10.02.2007
facebooook
Había estado afuera del vecindario últimamente. Encontré hace algunas semanas un nuevo barrio en este mundo virtual. Se trata de Facebook. Para los que se pregunten de qué se trata este sitio, solo les puedo advertir que lo mejor es entrar y abandonarse casi con lujuria dentro de su “interactividad”. Me es prácticamente imposible explicar a las personas de “a pie” los mecanismos de este submundo.
Esto no es pretexto para no advertir que en realidad se esta iniciando algún nuevo orden dictado por el patas. Cuando creímos que los métodos de interactividad “maligna” estaban reducidos a la industria de video pornográfico, el snaff (con acento de Tesis) y algunas apariciones de la virgen María (con todo y danza del sol), salió Facebook para poner de cabeza la pirámide social corporativa y de paso revelar las miserables expectativas de la sociedad. Un abrazo, un regalo, un gemido, un mordisco, un video, cualquier método de contacto atrevido, pero con la seguridad de no tener que recibir un golpe a cuenta de tal desafío. De cualquier manera son regalos que no sirven y tragos que no se pueden tomar. Nada. Y es sobre esa idea que se esta construyendo el nuevo orden, una Nada sobre la que se soporta el abandono del hombre a su propia suerte. Y Dios ni se inmuta. Va siendo hora que nos mande su nuevo hijo para que lo volvamos a hacer trizas o de lo contrario no le quedará rebaño para que lo adore. Para que pueda entender esta idea, le recomiendo que se vea La historia sin fín.
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